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Y… ¿Cómo es tu familia?
La pregunta de quienes somos podría empezar a contestarse por explicar como era el hogar en el que fuimos criados. Aquí te presento algunas tipologías de familias.
En general, a los psicólogos, nos encanta hablar del Apego. Me incluyo en este grupo, faltaría más. Si tuviera que elegir los “inventos” más importantes de la psicología, el apego sería el equivalente al invento de la rueda en la humanidad. Las crías de ser humano son una de las especies más vulnerables al nacer, por eso necesitamos de adultos que nos protejan, nos alimenten, nos vean y nos quieran.
A veces siento que al decirle a alguien: “tu tienes un apego X”, es casi una forma de castigo. Nada más lejos de la realidad. Como alternativa se pueden mencionar los estilos parentales. Es una forma complementaria de entender el apego, dado que este se forja en la familia.
Linares (2006) tiene una clasificación muy interesante sobre los Estilos de Parentalidad. Esta clasificación atiende a dos dimensiones, pudiendo ser positivas o negativas (lo sé, los blancos y negros siempre tienen matices):
- Parentalidad: respuesta a las necesidades de los hijos.
- Conyugalidad: estilo de manifestaciones de amor entre los progenitores

Familia nutricia
El primer escenario sería el idóneo. Parentalidad y conyugalidad están alineadas en los polos positivos. Digamos que reina el amor y la atención a las necesidades del otro, existen muestras de cariño. No quiere decir que no existan conflictos, estos son inevitables. Pero cuando surgen la familia tiene la capacidad de reparar los vínculos dañados.
Familia trianguladora
Las relaciones conyugales no son del todo satisfactorias. Sin embargo el rol paterno/materno se ejerce. Es inevitable que en estos casos los hijos se vean arrastrados por los problemas de pareja. A veces son forzados a posicionarse en un lado o en otro, se los usa de mensajeros o se les trata como confidentes en quienes descargar los problemas con el otro cuidador. Dentro de este tipo de familias hay muchos subtipos, pero podemos entender que el cuidado de los pequeños de la casa queda relegado a un segundo lugar.
Familia deprivadora
En este caso la relación de pareja tiene una afectividad positiva. Son difíciles de detectar porque es raro que las necesidades básicas de los niños se vean afectadas. Desde fuera todo parece marchar bien, pero los niños no solo necesitan comer bien y estar aseados. Esto ya nos lo enseñó el experimento de Harlow y Harlow (ver vídeo).
Dentro de este tipo de familias encontramos algunas variaciones:
- Hiperexigencia: lo que supone que solo se acepta y se refuerza el comportamiento cuando este es un éxito absoluto. “Si te hubieras esforzado más podrías haber sacado un 10 en vez de un 8”.
- Hiperprotección y rechazo: aunque pueda parecer contradictorio, la hiperprotección es una forma de privar a los niños y niñas de la posibilidad de enfrentar problemas por ellos mismos. El mensaje aquí sería “tengo que cuidar de ti porque tu no eres capaz de hacerlo por ti mismo”.
- Fracaso en la protección: los padres no son conscientes de su responsabilidad de cuidado y solo se centran en la exigencia de responsabilidades. En ocasiones invirtiendo los papeles de protector-protegido.
Familia caótica
Estas familias se caracterizan por el caos, las agresiones, las faltas de respeto y de límites. El cariño es el principal protagonista, pero por su ausencia. Este tipo de familias suele aparecer en ambientes marginados, aunque no en todos los casos. La palabra para definir el cuidado de los hijos sería “NEGLIGENTE”.
Esta clasificación debe adaptarse a cada familia particular y no al revés. Si sientes resonancias con alguno de los tipos de familias anteriores, puede que eso te ayude a entender que parte de las cosas que te ocurren no son culpa tuya. Son las circunstancias que te han tocado, tu mano en la partida. Conocer tu mano es el primer paso para poder jugar una buena partida.
Referencia:
Linares, J. L (2006). Las formas del abuso: la violencia física y psíquica en la familia y fuera del ella, Barcelona, Paidós.
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