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Decir no en Navidad
¿Eres de los que disfrutan la Navidad o de los que la aborrecen? En cualquier caso, todos somos libres de vivirla a nuestra manera.
¿Eres de Santa o del Grinch?
Llega la Navidad. Esa fiesta en la que la sociedad se divide en dos polos opuestos. Es curioso como en la cultura anglosajona existen dos personajes que representan estos polos; Santa y el Grinch.
Por un lado, tenemos a los entusiastas de Mariah Carey, los adornos y ver “Solo en Casa” por vigésimo novena vez. Al otro lado están aquellos que no encuentran ningún aliciente especial. Es más, en muchos casos estas fechas están marcadas en rojo en el calendario, como un recordatorio de aquello que se tuvo y ya no, o de aquello que nunca se pudo tener.
Las tradiciones
En todos los países existen sus tradiciones. Es parte de la cultura y el folklore de cada sistema. Y digo sistema porque las familias suelen desarrollar a lo largo de su historia sus propias tradiciones.
¿Las tradiciones son malas? No necesariamente. El problema de las tradiciones es cuando son los miembros del sistema los que se doblegan a estas y no al revés. Cenar en familia puede ser algo maravilloso o un infierno. No estar con la familia o elegir una u otra facción de esta para pasar las fiestas puede verse (y se hace en muchos casos) como una falta de aprecio, responsabilidad y compromiso.
Los Derechos Asertivos
Es el momento de romper una lanza a favor del derecho de cada uno a decidir la forma, compañía e intensidad con la que celebrar o no la Navidad. Para ello, me voy a basar en la «Declaración de los Derechos Asertivos» de Smith. Si tuviera una maquina de tatuar, la usaría para grabarlos en la piel de muchos pacientes y personas conocidas. En letras grandes, en un lugar visible. Ahí van algunos (no están todos los que son pero son todos los que están):
Derecho a elegir si nos hacemos responsables de los problemas de los demás
Mamá y Papá han decidido que este año quieren (un año más) estar los 3 solos en Navidad. Estás fechas nunca han sido una gran fiesta pero este año ha sido realmente malo para mi y siento que necesito pasarlo con mis amigos, que van a celebrarlo juntos (en sus casas las situaciones nunca han sido buenas). Es probable que a mis padres les duela esta decisión, pero debo anteponer mis necesidades a los de otros.
Derecho a elegir si queremos o no dar explicaciones
Toca colocar los correspondientes adornos navideños. Nadie de la familia sabe que estoy pasando por una ruptura sentimental y no creo que sea el momento de explicárselo (porque probablemente no me entiendan). Lo que me gustaría es meterme en mi habitación y llorar tranquilamente. Este año no hay adornos para mí. Tampoco debería ser acosado para explicar el por qué de mi actitud.
Derecho a cambiar de opinión
Donde dije digo digo Diego. Ya sé que dije que iba a salir a cenar con mis amigos. Ya sé que contaban conmigo. Pero mi situación en casa es mala y mi cuerpo me pide quedarme con los que me necesitan, porque yo quiero hacerlo. No tengo un informe médico para justificar el problema, antes quería ir a cenar y ahora no, no hay más explicación.
Derecho a no necesitar la aprobación del otro
Hace años que, en casa, desde que murió X (sustituya la X por el familiar que usted quiera) ni se celebra ni se puede mencionar la navidad. Yo siento que he pasado ese duelo y, aunque voy a echarlo en falta, quiero continuar disfrutando las fiestas. Es aceptable que no empapele la casa de luces y espumillón, pero tengo derecho a poder crear mi pequeño espacio navideño; en mi habitación, en un rincón, etc.
Existen más derechos;
- Derecho a ser el propio juez de tus sentimientos, pensamientos y acciones.
- Derecho a cometer errores.
- Derecho a decir “no lo sé”.
- Derecho a tomar decisiones ilógicas.
- Derecho a no ser perfecto.
- Derecho a no comprender las expectativas ajenas.
Estos y muchos más tienen su posible aplicación a casos concretos durante las fiestas. Recuerda que solo tú tienes derecho a decidir como vivirlas y sentirte respecto a la Navidad.
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